El museo TEA programa ‘L’edat imminent’, una historia sobre cuidar a los que siempre han cuidado

23 de enero de 2025
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El museo TEA Tenerife Espacio de las Artes ha programado para esta semana L’edat imminent, película nominada a los Premios Gaudí a Mejor Dirección Novel y galardonada con el Premio a Mejor Guion en el Festival de Gijón. Dirigido por el Col·lectiu Vigília -formado por Laura Corominas Espelt, Laura Serra Solé, Clara Serrano Llorens, Gerard Simó Gimeno, Ariadna Ulldemolins Abad y Pau Vall Capdet- este filme es una carta a nuestros progenitores, abuelos y abuelas, cuidadores y cuidadoras. Una historia sobre cuidar a los que siempre han cuidado, desde un punto de vista joven. Un coming-of-age centrado en dos momentos vitales que chocan al mismo tiempo: la necesidad de independencia y autodescubrimiento y las crecientes atenciones de una abuela. L’edat imminent se proyecta desde mañana (viernes 24) hasta el domingo (día 26), a las 19:00 horas.

Esta película, que se pasa en versión original en castellano y catalán con subtítulos en español, ofrece una reflexión sobre el íntimo y difícil proceso de decidir la manera de cuidar a personas dependientes, equilibrando el dramatismo implícito del tema con toques de humor para hablar de cargas y responsabilidades, pero también de amor y de lo que significa crecer. Además, este trabajo protagonizado por Miquel Mas Martínez, Antonia Fernández Mir, Nunu Sales, Tessa Dela Merced, Jan Mediavilla, Claudia Jara y Albert Caro Aguilera, pone sobre sobre la mesa nuevas realidades de la sociedad de hoy, como serían la diversidad cultural que habita en la periferia de Barcelona, la dificultad de acceder a una plaza de una residencia pública y la precariedad laboral de la gente joven. L’edat imminent, diálogo entre generaciones, explora cómo el amor y el desgaste coexisten en las relaciones de familia y como, a veces, amar también significa aprender a dejar ir.

En un piso de la periferia de Barcelona, Bruno, con apenas 18 años, vive con su abuela Nati de 86. Nati lo ha criado desde niño, pero ahora es él quien vela por ella, ya que cada vez es más dependiente por la disminución de sus capacidades físicas. Un día, Bruno recibe una llamada que sacude su rutina: una plaza pública en la residencia del barrio ha quedado a disposición de Nati. Bruno considera la opción a escondidas de su abuela, debatiéndose entre la liberación que esto supondría y el miedo a quedarse solo.

Entre trabajar como repartidor en una pizzería y los ensayos de batucada con sus amigos, Bruno intenta mantener el equilibrio entre sus responsabilidades y vivir su juventud. Tocar el tambor le sirve como un respiro momentáneo, sin embargo, todo se complica cuando lo despiden justo cuando más necesita el trabajo. A partir de entonces, Bruno recurrirá a trabajos temporales, aferrándose a la idea de poder seguir cuidando de Nati, aunque cada vez es más evidente que la situación se desmorona. Después de un inesperado accidente en casa, ambos se dan cuenta de la insostenibilidad de la situación. Aceptar la plaza significaría una cierta liberación para Bruno, pero al mismo tiempo,le empuja a vivir sin la compañía de la única persona que hasta el momento ha significado familia para él.